Liderazgo educativo es el proceso de ejercer una influencia
mayor que lo que permite la estructura de dirección u organización de la
institución educativa, hasta lograr que los estudiantes también sean líderes.
Un líder educativo debe poseer el entendimiento, el
conocimiento, la visión, los hábitos de pensamiento y acción, la disposición de
indagar, cuestionar y problematizar, la inclinación a tomar riesgos, a
experimentar y evaluar consecuencias; tener las habilidades para crear espacios
y prácticas que sean cuidadosas, dedicadas, respetables, respetuosas,
confiables, estimulantes, preocupadas, y que contribuyan a desarrollar
comunidades de aprendizaje donde se favorezcan la democracia, la equidad, la
diversidad y la justicia social.
El papel que adoptan
los y las líderes es clave para eliminar las barreras que generan exclusión, y
por ello se considera que tienen un rol fundamental para conseguir escuelas en
donde impere la justicia social. Los directivos son quienes tienen, en última
instancia, el potencial de impedir o favorecer medidas que trabajen a favor de
la inclusión. Por ello, el buen liderazgo requiere de saber potenciar una
cultura de la inclusión para la justicia social partiendo de supuestos,
principios, creencias y valores que se vinculen con la acción pedagógica del
centro. De este modo, la inclusión debería poder expresarse tanto en los
lenguajes utilizados, como en el currículum oculto y en los patrones de acción
y actuación de todo el personal de la escuela.
: La apertura de la escuela hacia otros supuestos y formas de actuación, le permite multiplicar sus posibilidades de proyección en el entorno, intensifica su vinculación con la vida misma e incrementa su capacidad de respuesta y compromiso con la realidad social a fin de abordar problemas y conflictos que afecten a los individuos y a los grupos. La escuela tiene como obligación la atención de las demandas de la sociedad y, por tanto, la atención a la diversidad. Para ello, se ha hecho necesario el diseño de actuaciones que partieran de la colaboración de todos los miembros de la comunidad educativa, (profesorado, padres y madres, alumnado…), para crear un sentimiento de comunidad que facilitara el éxito de sus miembros y constituyera un requisito para la creación de una escuela inclusiva e intercultural. Consideramos importante explorar las diferentes vías para mejorar la educación hacia caminos más inclusivos, de este modo la dirección escolar y el liderazgo juegan un papel fundamental para llegar a cumplir estos desafíos.
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