¿Cómo dirigir y administrar con eficacia?
Limitarse a la gestión burocrática de los centros escolares,
en las condiciones actuales, creciente mente se está volviendo insuficiente.
Si, como primera responsabilidad del establecimiento educacional, es preciso
garantizar el éxito educativo a todo su alumnado, esto no puede quedar
enteramente al arbitrio de lo que cada profesor, con mayor o menor suerte, haga
en su aula. De ahí que la dirección escolar tenga inevitablemente que entrar en
la mejora de la enseñanza y del aprendizaje que ofrece el establecimiento
educacional. Si los profesores son clave
de la mejora, los directores han de crear el clima adecuado para que los
docentes sean mejores, supervisando los resultados y alentando el progreso
En lugar de esta gestión meramente burocrática, como sucede
igualmente en otras organizaciones no educativas, se están demandando
organizaciones escolares más flexibles, capaces de adaptarse a contextos
sociales complejos (Por ejemplo, incluir a las poblaciones vulnerables al
sistema educativo). Por eso, las organizaciones con futuro son aquellas
que tengan capacidad para aprender a desarrollarse y hacer frente al cambio.
Para lograrlo precisan, entre otras, de autonomía que les posibiliten poner en
marcha proyectos propios y aprender de la experiencia. Al tiempo, potenciar la
capacidad local de cada establecimiento para mejorar, aportando los recursos
necesarios e impeliendo un compromiso por la mejora. Todo lo cual no será
posible si no se re diseñan o reestructuran las escuelas para que
lleguen a ser organizaciones genuinas de aprendizaje, no sólo para los
alumnos sino para los propios profesores.
La capacidad del director o equipo directivo para el desarrollo y la transmisión de una cultura escolar inclusiva de poblaciones en estado de vulnerabilidad, constituyen un aspecto muy destacado. El director, directora o equipo directivo debe tener la capacidad de crear ilusión en la gente respecto de su modelo de escuela, así como de la visión que se tiene del centro educativo como lugar de participación y justicia social. De ahí que gran parte del éxito recaiga en la capacidad que tiene la dirección para motivar a la comunidad, ya que en este tipo de escuelas es necesario trabajar más, durante más horas y con un mayor compromiso.
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