domingo, 22 de mayo de 2016

Teoría y Práctica de la Micro política en las Organizaciones Escolares

INTRODUCCIÓN



El presente trabajo propone una reflexión relacionada con la teoría micro política escolar, es decir, con las dinámicas políticas que se desarrollan dentro de las organizaciones escolares.
Para aquellos que trabajamos en una Institución educativa, posiblemente el tema no nos resulta extraño; todos estamos implicados de una u otra manera, con nuestras acciones o pasividad en las dinámicas políticas de la organización. Es común en las conversaciones y relatos oír hablar de "roscas", de "alianzas", de "conflictos", de "presiones", "tensiones", "posturas distintas", entre otros.

No obstante en la realidad diaria de las Instituciones Educativas, las dinámicas micro políticas constituyen una dimensión familiar, no alejada de la cotidianidad de la organización. Los teóricos de la organización escolar, tan empeñados como han estado durante tantos años en tratar de convencer de que las escuelas son organizaciones racionales, en las que las cosas pueden funcionar con certidumbre, con racionalidad y con cierta estabilidad, se han olvidado durante mucho tiempo en mirar qué es lo que pasa dentro de las escuelas.

Al observar en detalle, nos hemos encontrado con un mundo confuso, de imprevisibilidad, un mundo de personas que piensa, valora, interpreta la realidad y acontecimientos en los que están inmersas, que se relacionan unos con otros, que van configurando día a día esa organización; en la que coexisten planteamientos desiguales, o se imponen determinados discursos, o se lucha por mantener una determinada dinámica organizativa. Se han encontrado, en definitiva, con que las cosas en las escuelas no son lineales, no son siempre tan racionales como se presupone, no son mecánicas, y, desde luego, no son la tranquilidad de la cual en algunos espacios se habla.

Los postulados desarrollados una vez revisada la teoría micro política, no son ajenos a la realidad circundante en las Instituciones. Dentro del municipio Puerto López-Meta-Colombia, se evidencia gran similitud de los grupos humanos en referencia a la teoría micro política, lo cual permite asimilar en forma amplia el entramado de relaciones que de una u otra forma incide en el proceso de enseñanza de las Instituciones educativas.
El tema fundamental de este ensayo, trata de dar cuenta de cuestiones tales como "juego político", "agendas ocultas", "mafias organizativas" y “maquiavelismo” que están en el vocabulario informal de las reuniones académicas. Para conocer la política educativa es primordial reconocer que las instituciones escolares son campos de lucha, las escuelas son organizaciones débilmente articuladas por tal situación son vistos los directores como los principales responsables del control y gestión de estas organizaciones.


DESARROLLO
 
Se define que la escuela tiene una relación con el sistema económico y político de un país por consecuencia hay un juego de intereses políticos  e ideológicos que se mezclan con lo educativo por eso utiliza el término “macro política", a la relación que hay entre el interés, conflicto y poder de las instituciones educativas; en lo particular lo denomina "micro política".

La micro política  es una dimensión fundamental del cambio escolar en general y, más específicamente, un núcleo central de la mayoría de enfoques tratados sobre el tema de las organizaciones escolares. Las escuelas y los sistemas escolares son organizaciones políticas en las que el poder es una característica organizativa. Ignorar las relaciones de poder y el sistema existente sería como entrar a cambiar las dinámicas que son propias de los grupos humanos presentes en la institución escolar.

 En gran parte, las acciones políticas resultan de las diferencias percibidas entre los individuos y los grupos, unidas a la motivación por usar el poder para ejercer influencia y/o proteger. Aunque tales acciones están motivadas consciente mente, cualquier acción, consciente o inconscientemente motivada, puede tener una relevancia política en una situación dada. Tanto las acciones cooperativas y conflictivas como los procesos forman parte del dominio de las micro políticas"

La imagen política de la escuela se centra en los intereses en conflicto entre los miembros de la organización. Estos, para lograr sus intereses, emplean diferentes estrategias, como, por ejemplo, la creación de alianzas y coaliciones y el compromiso para la acción.
Así pues, habría que evitar todo intento de clasificar a la escuela en una única forma de control, ya que van a ser las políticas mediatizadas por diversos intereses y valores determinados, por todo tipo de luchas y presiones, las que concretarán la estructura de control en cada momento.

En las Instituciones o centros educativos, los diferentes grupos van elaborando las distintas reglas del juego que van estructurando distintas formas de control en función de todo el entramado de intereses.

La micro-política está relacionada entre otros elementos con; la ideología, la diversidad de metas, los intereses, las estrategias, la lucha por el poder y el control, la toma de decisiones y los objetivos y significados de la organización, por tal motivo se reconoce a la escuela como un bastión político e ideológico.

Diversidad de Intereses

Las escuelas son organizaciones formadas por personas que, como tal, disponen de sus propios intereses, valores, ideologías, metas, que en muchas ocasiones no coinciden con las que oficialmente detenta la organización en la que están inmersas.
 En este juego de intereses hay que tener en cuenta no solamente a los profesores, sino también a los padres y a los alumnos y, en cierto modo los inspectores y los profesionales de apoyo externos al centro

Observamos que los diversos intereses se concretan en aquellas estrategias que cada grupo utiliza en función de cada circunstancia. Siguiendo a Bacharach y Mundell (1993), podemos distinguir tres estrategias esenciales que pueden utilizar estos grupos. En primer lugar, formar coaliciones con otras personas o grupos que coincidan en los intereses, en cuyo proceso entrarán en juego el poder de cada grupo y la compatibilidad de las ideas de cada uno de ellos. Estos grupos cuando hacen coaliciones siempre hay que analizarlas desde su provisionalidad, ya que se van reformulando y reestructurando en relación a cómo se desarrollan los procesos micro políticos. En segundo lugar, se puede entrar en negociaciones con otros grupos que tienen intereses diferentes, pero que podemos encontrar su apoyo o colaboración. Finalmente, el enfrentamiento, ya sea público o soterrado, encubierto en procesos rutinarios o patente en grandes conflictos, constituye la tercera estrategia.

Diversidad Ideológica

Integración, inclusión, exclusión, discriminación, diferencia, diversidad, educación para todos, son palabras de uso frecuente en políticas educativas.

Referirnos a esto nos lleva necesariamente a plantearnos que la realidad compleja, posmoderna, globalizada, dinámica, cambiante en todos los sentidos y aspectos, no es fácil de comprender y es un tema a ser analizado desde una perspectiva filosófica integrando la dimensión social y política como indispensable al hablar de educación.

En primer lugar, se refiere a las perspectivas y los compromisos educativos de los profesores. Son las ideas sobre la práctica en el aula, las relaciones entre el profesor y los alumnos y la enseñanza brindada a éstos, que a menudo reposan en creencias más fundamentales sobre la justicia social y los derechos humanos, y sobre los fines de la educación en la sociedad.

Otro significado: usamos ideología para referirnos a ideas de las que es posible demostrar que ocultan o resuelven aspectos problemáticos de la vida social de un modo idealista o imaginario. En este sentido, las explicaciones ideológicas sirven para asegurar la posición de los grupos dominantes.

 Poder en la Escuela

El poder es siempre una relación, que consiste en dirigir la conducta del otro en una dirección determinada.

El concepto de poder incluye un vasto conjunto semántico o arco de significados. Asociado con la violencia, atraviesa prácticas como el dominio, el disciplinamiento y la coerción, pero también se expresa en prácticas como la negociación o los acuerdos entre partes no simétricas. Hace referencia a formas y contenidos respecto de la toma de decisiones que involucran la interacción humana y con la naturaleza.

 "La micropolítica trata del poder, quién lo tiene, quién lo quiere y para qué propósitos y cómo se usa para lograr las metas individuales y grupales" (Anderson, G.; Blase, J., 1984: 109

La distinción entre autoridad e influencia, como dos tipos de poder, tomada de Bacharach y Lawler (1982) la recoge Ball presentando la influencia, junto con la oposición, como dos de los más importantes tipos y bases de actividad política fuera de, o junto a, la estructura formal de la
escuela.
Esta interacción entre poder e influencia es muy interesante y clave para entender las organizaciones educativas. Hay que resaltar que en nuestras escuelas personas con poco poder pueden disponer de inmensa influencia, por su acceso a la información, recursos u otras características, lo que los convierte en detentadores de un poder real en el proceso. La distribución de autoridad en una escuela no tiene que coincidir necesariamente con la distribución del poder en ese lugar.

Hay tres posturas ideológicas, o modos clásicos que definen el poder dentro del escuelas; el neo-maquiavelismo, el marxismo y el weberianismo; la primera es una visión utilitaria de poder y control, la segunda asegura el sistema educativo pretende mantener las desigualdades en un sistema jerárquico que beneficia a la élite en el poder, y el tercero rompe con la dialéctica orden-conflicto porque afirma que el orden igual que sociedad está siendo negociado constantemente.

Las manifestaciones del poder en la escuela han sido interpretadas insanas en la mayoría de las veces por la irresponsabilidad con que se manejan los grupos por parte de quienes lo ostentan. Indudablemente los órdenes de poder estarán siempre presentes. La recomendación es que se busque la forma de conciliar los roles desempeñados entre autoridades y subordinados que permitan la colaboración del personal en el enriquecimiento de la labor educativa, convencidos de su participación, sin el sentimiento de ser obligados a cumplir. Esto puede ser posible promoviendo educación en relaciones humanas, en las que participen los implicados.
Esta labor debe estar a cargo de la secretaría de educación, a través de cursos de capacitación continua, encaminados a mejorar las relaciones laborales en las escuelas y que en el caso de los alumnos sean éstos considerados como una oportunidad que tienen los maestros para la práctica de una verdadera educación, basada siempre en el respeto a los valores humanos y el aprecio a las diferencias de cada individuo que acude a la escuela, con el propósito de formarse en valores y ser apreciado por lo que su ser representa: una persona que merece respeto, comprensión y que exige ser educado.

El control de los Directores

El director recibe, al menos en teoría, una doble legitimidad representando; tanto a la administración quien lo nombró, así como a los intereses de la comunidad

El control lo ejercen los directores dentro de las escuelas, su autoridad tiene un claro origen estructural que puede ser desde el mero control hasta la coerción, su autoridad está sujeta siempre ha negociaciones y disputas.  

El control de los directores en las escuelas debe estar en influenciada de la relación, la interacción y de la convicción de los demás miembros de la institución para tomar alguna decisión que este encaminada al desarrollo y no a la oposición de los demás.  En las escuelas públicas los directores deben dar cuentas tanto a los administradores, estudiantes como a los padres de familia; el director es la autoridad de la funcionalidad, el control y el poder de su plantel. Es necesario que cree una relación de colaboración para la construcción de proyectos pedagógicos que beneficie a la Institución.

Los directores al desarrollar un buen clima escolar crean fuertes sentimientos de comunidad, lo cual promueve el respeto a la autoridad, la confianza mutua, colegiabilidad entre el profesorado y, entre profesores y alumnos. La creación de un buen clima académico concientiza la necesidad de mejorar la escuela con el personal, incentiva a los profesores y alumnos para promover la visión, misión de la escuela. Un buen ambiente escolar seguro y ordenado se puede fomentar creando normas claras y congruentes, impulsando la participación de los alumnos, pero sobretodo que el personal académico muestre interés por la enseñanza y formación de los alumnos. De esta manera un buen ambiente escolar motiva a que se reconozca el trabajo y esfuerzo de los alumnos, también a que se observen las clases de los profesores y de esta forma sugerirles cómo mejorar su instrucción y cómo abordar problemas.

El individualismo Docente

Los profesores son otro componente fundamental en la toma de decisiones de los organismos educativos y se señala, que, estos se muestran con indiferencia, con autonomía, no tienen costumbre de rendir cuentas de su trabajo o actúan con cierto recelo a entrar a una dinámica participativa con la organización educativa. Una situación peculiar,  es que los profesores en su mayoría no quieren inmiscuirse en las actividades directivas.

  Los profesores tienen miedo a compartir sus ideas sobre la base que otros puedan robárselas o sacar créditos y sus éxitos por temor de ser vistos alabando sus propios actos.  Los jóvenes o viejos tienen miedo de pedir ayuda porque pueden ser percibidos como menos competentes.  Otro fenómeno importante, es que los maestros al impartir clases en otros centros educativos pierden pertenencia y se consideran como trabajadores por su cuenta.

De manera general, el docente está habituado a trabajar individualmente ya sea para elaborar su programación como para ponerlo en ejecución. Trabaja en solitario, cuando la realidad nos está mostrando que las instituciones de calidad se apoyan en equipos de trabajo altamente productivos. Lo que proporciona grandes aspectos de la vida de la escuela, ayudando a trabajar con esmero, donde hay dedicación y compromiso firme, existiendo una responsabilidad colectiva.

¿Qué camino debemos elegir para que un docente sea un verdadero promotor de cambio educativo?

Debemos liberarnos de todo prejuicio y dejar de lado la práctica individualista tradicionalista que no nos conduce a lograr un cambio en nuestra práctica docente.  El docente de hoy es aquel que se interesa en las escuelas por cambiar su práctica educativa, respalda y valora lo que hace y sobre todo se integra a trabajar en equipo con sus colegas influyendo preponderantemente en la calidad de la enseñanza de los alumnos.

Es por ello, que debemos comenzar por derribar "el muro del aislamiento" existente entre los docentes y la institución escolar. La institución escolar junto con el sistema educativo en general (micro y macro) tiene como tarea obligada conformar dentro de su sistema equipos altamente efectivos que den como resultado la elevación de la calidad educativa a través del servicio que ofrece el docente en todas sus áreas.
Qué bueno sería encontrar un momento, un espacio donde todos los docentes podamos encontrarnos, abiertos al diálogo, compartiendo experiencias, vivencias, lecturas, aportando ideas nuevas. Un espacio que nos permita aprender del otro, modificar aspectos, pedir ayuda, dar ayuda, confrontar, discernir, llegar a acuerdos, hacer propuestas, siempre pensando en mejorar la educación, los aprendizajes, los valores.
Y en esto es importante considerar la intervención del Estado propiciando, posibilitando la existencia de esos espacios y tiempos.

Padres de Familia y Estudiantes

Se señala que los otros autores inmiscuidos en esta micro-política de las escuelas son los padres de familia y los alumnos, pero es casi nula su presencia o consideración por parte de los directivos educativos, los que sí tienen cierta presencia son los consejos escolares o comités de padres.

 Los padres de familia tienen derecho a tener la oportunidad de criticar y opinar la educación que reciben sus hijos en las reuniones que deben ser realizadas dependiendo al horario que puedan asistir pues ellos son los mediadores entre la escuela de aprendizaje y sus hijos que son educados en esa institución. Los padres quieren, indudablemente, lo mejor para sus hijos. Pero lo mejor, nadie se lo va a regalar, tienen que luchar para conseguirlo, y nada más efectivo que participando en las actividades de las escuelas. Todo ello soportado por la unidad, interna y externa de las familias, pues la unión hace la fuerza. Lo opuesto es, divide y vencerás.

En su gran mayoría, los padres de familia tienen como finalidad enviar a sus hijos a la Institución Educativa, porque considera que si asiste, le irá mejor en su vida social, cultural y laboral más adelante. Otro grupo de padres envía a sus hijos a la escuela con el objetivo de tener quien se los cuide mientras ellos realizan actividades laborales.

En algunas escuelas la asistencia y participación es prácticamente nula, lo que le manda un mensaje a los maestros y directores, de que los padres no están interesados en la educación de sus hijos. No lleva a ningún sitio, el que los padres digan: Que eduquen y enseñen a nuestros hijos los maestros, que para eso les pagamos con nuestros impuestos. Los padres tienen que balancear entre sacrificarse por sus hijos, participando en las reuniones y actividades de la escuela, para mejorar su educación, o la gratificación personal que les puede suponer estar al margen de  la educación de sus hijos.

Los padres aceptan de buen grado una actitud flexible en lo que se refiere a su trabajo, relación de pareja y amistades; pero exigen una escuela que mantenga el rigor y la obediencia en sus hijos. Lo que sobre todo agradecen a la escuela es la contención que ésta realiza del joven manteniéndolo “entre cuatro paredes” protegido de enemigos tenebrosos. También es notable el desprecio que manifiestan por los conocimientos a la hora de defender a sus hijos ante un aplazamiento o cuando repiten el curso. En esos casos no vacilan en desautorizar a quien sea con tal de evitar la pérdida.

Cuando los padres se involucran en las actividades de la escuela, mejora la asistencia en la sala de clases, la conducta del niño, su autoestima y se motivan a estudiar, mejora su aprovechamiento académico y disminuye la participación en actividades nocivas.

Los estudiantes en un buen porcentaje utilizan las instituciones educativas para encontrarse con sus amigos y “pasarla bien” sin tener que asumir responsabilidades ni compromisos que por otra parte el sistema educativo no le plantea con coherencia. Estos estudiantes no consideran importante el estudio o este no llena sus expectativas por lo que no les interesa inmiscuirse en las políticas trazadas por la Institución, en sus conductas escolares aparecen la falta de interés, el facilismo, las actividades lúdicas escapistas, el abandono personal, la falta de contracción al trabajo, la irresponsabilidad, la mentira.

La educación dirigida a los jóvenes debe contar con estrategias flexibles a las condiciones socio económicas del entorno en el cual se desenvuelve.  Es un tema bastante debatido en la actualidad, ya que venimos de una sociedad acostumbrada a que solo unos pocos tenemos el derecho a asistir a una escuela, pero si le damos otra mirada debemos adaptarnos para mejorar las condiciones de vida de las personas que tienen diferencias tanto físicas, sociales como culturales. Ha sido un trabajo continuo que requiere de una sensibilización pensada en la oportunidad que tienen todos los seres humanos de hacer valer sus derechos.  Desde el mismo plan de mejoramiento se deben incluir proyectos articulados al PEI que den respuesta a las demandas regidas por el Estado.

Conclusión

La política no es solamente un aspecto fundamental de la vida de los centros; es también un aspecto fundamental para el cambio.

No solamente el enfoque micro político es inevitable, aconsejable e ineludible para los líderes de las escuelas, sino que es INHERENTE a los procesos que se producen en ellas.

Hay que reconocer el papel político e ideológico que desempeñan las escuelas en  las dimensiones sociales, culturales y económicas

Las escuelas como organizaciones, no pueden ser consideradas independientes del entorno.

En los centros escolares, las distantes relaciones entre los diferentes actores  (Directivos, docentes, estudiantes y padres de familia) hacen que haya menos participación.

El poder en la escuela es visto como dominación y como algo desigualmente repartido.  Esto no puede seguir así, ya que todos los actores que intervienen en esta organización deben participar en forma conjunta.

La educación no solo depende de asistir a la escuela y memorizarse todos los datos proporcionados, no depende solo del gobierno, ni solo de los maestros o padres de familia. La educación es un trabajo en conjunto de servidores públicos y sociedad, pero sobre todo es un acto de conciencia y de responsabilidad que todos debemos adoptar para lograr nuestro desarrollo como país y alcanzar una mejor calidad de vida.

Desafortunadamente, la educación debe apegarse a las políticas educativas impuestas por el gobierno cuando éstas debieran formularse y  surgir desde el aula y su realidad.

El seguir copiando modelos educativos de otros países y sobre todo continuar haciendo lo que nos marca la OCDE no nos solucionarán los problemas educativos. Debemos ser capaces de diseñar y desarrollar  el modelo educativo  donde se tome en cuenta las necesidades regionales y locales de los educandos.

 Las evaluaciones que se han hecho en el transcurso de los años (maestros y alumnos) no ha ayudado a mejorar los resultados, sino más bien a estigmatizado a las escuelas, maestros y a los alumnos. Solo ha dado muestra de la situación actual de nuestro sistema educativo, es decir nos muestran las consecuencias del problema de la educación, como la baja calidad y cobertura, pero no nos proporciona información sobre las verdaderas causas que nos han llevado a esta situación, sino que nos hacen responsables a los docentes del problema educativo.


El lugar del conflicto en la organización escolar





Los conflictos forman parte inevitable de las interacciones que se dan en el seno de los grupos humanos. No podemos verlo como algo negativo ni asociarlo al vandalismo. El conflicto debemos  contemplarlo como algo natural y positivo para los grupos sociales porque permite la renovación y el progreso de manera no violenta. No tratamos, por lo tanto, de eliminar los conflictos sino de regularlos y solucionarlos de manera positiva para que la organización escolar se vea fortalecida con la participación que exige una adecuada solución del conflicto. Y es que llegar a acuerdos en las discrepancias es una manera de armonizar distintos puntos de vista para el cambio que necesita toda organización, que debe adaptarse continuamente a las nuevas situaciones que surgen. Otra cosa es la violencia, que se opone a la resolución pacífica del conflicto y sobreviene cuando se emplea la fuerza física, la coacción moral o el temor a sufrir un mal, anulando la libre actuación. 

El país, y en particular el sector educativo, entienden que  las poblaciones  vulnerables viven a diario conflictos como un fenómeno que deteriora el bienestar y la calidad de vida de las personas y que retrasa el desarrollo de éstas comunidades. Por este motivo, merece enfrentarse con políticas y con estrategias integrales y sostenibles, capaces de transformar en plazos razonables las causas que la generan. Hoy está más que demostrado que el principal instrumento para ese cambio es la educación. Para lograrlo, se busca institucionalizar la atención educativa de las poblaciones vulnerables, soportada en diagnósticos claros sobre su realidad que luego se traduzcan en planes de acción con metas y acciones pertinentes y alcanzables, regulados por labores de permanente seguimiento y evaluación.

Alta gerencia educativa

¿Cómo dirigir y administrar con eficacia?

Limitarse a la gestión burocrática de los centros escolares, en las condiciones actuales, creciente mente se está volviendo insuficiente. Si, como primera responsabilidad del establecimiento educacional, es preciso garantizar el éxito educativo a todo su alumnado, esto no puede quedar enteramente al arbitrio de lo que cada profesor, con mayor o menor suerte, haga en su aula. De ahí que la dirección escolar tenga inevitablemente que entrar en la mejora de la enseñanza y del aprendizaje que ofrece el establecimiento educacional.  Si los profesores son clave de la mejora, los directores han de crear el clima adecuado para que los docentes sean mejores, supervisando los resultados y alentando el progreso


En lugar de esta gestión meramente burocrática, como sucede igualmente en otras organizaciones no educativas, se están demandando organizaciones escolares más flexibles, capaces de adaptarse a contextos sociales complejos (Por ejemplo, incluir a las poblaciones vulnerables al sistema educativo). Por eso,  las organizaciones con futuro son aquellas que tengan capacidad para aprender a desarrollarse y hacer frente al cambio. Para lograrlo precisan, entre otras, de autonomía que les posibiliten poner en marcha proyectos propios y aprender de la experiencia. Al tiempo, potenciar la capacidad local de cada establecimiento para mejorar, aportando los recursos necesarios e impeliendo un compromiso por la mejora. Todo lo cual no será posible si no se re diseñan o reestructuran las escuelas para que lleguen a ser organizaciones genuinas de aprendizaje, no sólo para los alumnos sino para los propios profesores.


El liderazgo educativo en el contexto del centro escolar




Liderazgo educativo es el proceso de ejercer una influencia mayor que lo que permite la estructura de dirección u organización de la institución educativa, hasta lograr que los estudiantes también sean líderes.

Un líder educativo debe poseer el entendimiento, el conocimiento, la visión, los hábitos de pensamiento y acción, la disposición de indagar, cuestionar y problematizar, la inclinación a tomar riesgos, a experimentar y evaluar consecuencias; tener las habilidades para crear espacios y prácticas que sean cuidadosas, dedicadas, respetables, respetuosas, confiables, estimulantes, preocupadas, y que contribuyan a desarrollar comunidades de aprendizaje donde se favorezcan la democracia, la equidad, la diversidad y la justicia social.

 El papel que adoptan los y las líderes es clave para eliminar las barreras que generan exclusión, y por ello se considera que tienen un rol fundamental para conseguir escuelas en donde impere la justicia social. Los directivos son quienes tienen, en última instancia, el potencial de impedir o favorecer medidas que trabajen a favor de la inclusión. Por ello, el buen liderazgo requiere de saber potenciar una cultura de la inclusión para la justicia social partiendo de supuestos, principios, creencias y valores que se vinculen con la acción pedagógica del centro. De este modo, la inclusión debería poder expresarse tanto en los lenguajes utilizados, como en el currículum oculto y en los patrones de acción y actuación de todo el personal de la escuela.


Instituciones Educativas y Poblaciones Vulnerables

En las últimas décadas se ha producido un incremento significativo de la diversidad en la población de las escuelas, lo cual sin duda representa un reto importante para la educación actual. El principal problema radica en el hecho de que en general la escuela y sus docentes no están preparados para trabajar con grupos heterogéneos de estudiantes. De esta manera, aquellos alumnos que pertenecen a alguna minoría cultural o lingüística, que presentan una discapacidad física o intelectual, o que simplemente provienen de contextos socio-económicos desfavorecidos, suelen tener mayores dificultades, no sólo en términos de los resultados académicos conseguidos, sino también en lo referente a la participación activa en la vida escolar, como consecuencia de que la escuela no tiene en cuenta sus condiciones y diferencias de origen a la hora de llevar a cabo el proceso educativo. Y con ello se tiende a mantener y, en muchos casos, se agudizan las desigualdades educativas entre los estudiantes que plantean mayores retos de aprendizaje y el alumnado “privilegiado” que carece de tales dificultades. El enfoque de la educación inclusiva, que subraya la necesidad de que el sistema escolar global mente considerado se transforme en cuanto a sus aspectos físicos, curriculares, las expectativas y los estilos de los docentes y los roles de los líderes de modo que sea posible ofrecer una educación para todos, parece ser una primera aproximación adecuada para luchar contra esa brecha. Sin embargo, dicho enfoque se ha centrado en exceso, seguramente por sus orígenes, en los niños y niñas con discapacidades, a quienes se los categoriza dentro del conglomerado de alumnos con necesidades educativas especiales, por lo que hay que seguir insistiendo en trabajar por superar las barreras a todas las formas de marginación, exclusión y de bajo rendimiento, independientemente de su origen. El propósito de la educación inclusiva y, en particular, de una educación inclusiva para la justicia social, debe ser el de eliminar todo indicio de exclusión, ya sea por la pertenencia a determinada clase social, etnia, religión, género, o bien por la orientación sexual, la lengua materna, la cultura de origen o la manifestación de ciertas habilidades. En este contexto, dar respuesta al derecho humano básico de recibir una educación de calidad se hace cada día más complejo, pero también más necesario. Planteamientos y enfoques que hasta hace poco habían resultado satisfactorios hoy se muestran inequitativos y, con ello, ineficaces. Así, frente a postulados que centrados en el trabajo del docente individual, del proceso de enseñanza y aprendizaje, cada día se reafirma más la necesidad de un abordaje conjunto por parte de toda la escuela bajo los supuestos del trabajo colaborativo. Y, con ello, se destaca el rol clave del liderazgo por conseguir una educación inclusiva para la justicia social.

Conclusiones

Ante un mundo de permanentes cambios y profundas desigualdades, el valor de la justicia social ocupa un pilar importante en la re configuración de las sociedades actuales. La escuela debe asumir un papel preponderante en la re elaboración y en la transmisión de dicho valor, procurando garantizar la igualdad y la equidad en los accesos al conocimiento y en la participación de todos los sujetos en la vida social y cultural de la comunidad educativa. Una escuela social mente justa busca y favorece la reducción de toda forma de discriminación y exclusión, a fin de conseguir la plena participación y el aprendizaje de todos y todas, independientemente de la raza, del género, de la clase social, de la orientación sexual, lengua materna, pertenencia a un grupo social o cultural o capacidad. Este concepto de justicia social marca la naturaleza relacional y estructural de las desigualdades que se manifiestan en los centros. Trabajar por esa meta requiere de una serie de intervenciones específicas que se basen, ante todo, en una nueva concepción del centro desde un plano estructural y organizativo. Estos nuevos enfoques no pueden pensarse sin el desarrollo de una cultura escolar que acompañe, fomente y estimule estos procesos de cambio para la inclusión de todos los alumnos. El concepto de inclusión para la justicia social parece ser el camino más idóneo para desarrollar los valores de equidad y justicia en las escuelas, en tanto apela a la transformación de los centros en pos de la integración social, cultural y académica de todos los miembros de la comunidad escolar. Frente a este panorama, el rol del líder o de los líderes escolares asume un especial protagonismo a la hora de promover y establecer las condiciones necesarias para poder desarrollar estos procesos de inclusión; liderazgo que debe ser llevado a cabo tanto por las personas que tengan formalmente esta responsabilidad, pero también por un colectivo que trabaje colegiadamente, tome y comparta iniciativas, responda y construya ideas e ideales para la equidad. Resulta, por ello, de especial relevancia conocer cuáles son las características principales de las escuelas inclusivas eficaces y los líderes que las dirigen.

Este liderazgo fomenta también la creación de comunidades de aprendizaje en las que se promueve un sentido de pertenencia entre todos los miembros, profesores, alumnos y familias. La implicación de éstas coayuda a la generación de una cultura diversa e inclusiva que potencia el capital social de los estudiantes valorizado por la propia escuela. Finalmente, son líderes que son capaces de asumir riegos, son accesibles a los diferentes miembros de la comunidad educativa, son reflexivos e intencionales y comparten el liderazgo con otros niveles de la organización, sabiendo que el hecho de compartir los objetivos inclusivos les convierte en líderes que promueven eficazmente la justicia social. Pero no es posible quedarse aquí, ya que la radical importancia del líder para conseguir una escuela más inclusiva que trabaje por la justicia social y la escasa investigación al respecto animan a seguir indagando acerca de cómo trabajan, cómo piensan y qué estrategias suelen adoptar estos directores para poder dar respuesta a los desafíos que la diversidad plantea en las aulas y en las escuelas.